Una ranura en la madera es todo.
Pasan los colores, los sonidos, los olores.
No trates de forzar la mente.
Las ideas surgen, se dan gratuitamente, se te ofrecen, se te entregan,
las despides, se mojan, se asolean y allí están.
Te nacen así, tranquilamente.
Incoherentes, testarudas, necedades, que sé yo, no sé por qué ¿Cuál es
el afán? Insolente, sin respeto ¿Algo más? ¿Y todo para qué? La mano va y viene
no hay sentido, está bien.
¡Todo es nuevo! ¿PERO POR QUÉ? El
color le queda bien ¡Es neurosis! ¡Es locura! Está grifa, qué buena era, ¿Ahora
para qué?
¿Qué querés tomar?
El café, la limonada, un tu trago. Las candelas, el cajón, los panqueques, el
alquiler de la casa, te cortaron la luz, te quedaste sin chance, el Cadillac,
la cholera, el salón, el peinado, el mosch, el conflecs, la gelatina, la
naranja, los huevos, la mañana, el baño, la hora, ya me voy, el besito, hasta
pronto, la carrera, la avenida el jalón, las muchas gracias, el ¿cómo está
usted? Todos bien gracias-a-dios, el trabajo, el periódico, las noticias, la
señora, la merienda, el café, la deuda, la hora.
Hay nos vemos, el almuerzo, el jalón, las muchas gracias, el ¿Cómo está
usted? Todos bien, la oficina, el café, el pastel, las preguntas, la hora, hay
nos vemos.
La cena, el sueño, la mañana, el baño, la hora…la hora…la hora…
Aída Niederheitmann Lara.
Junio de 1976