Habló con él el día de ayer y también con aquel los tres eran
coleccionistas.
Él coleccionaba momentos, aquel coleccionaba risas; mientras lo decía, se fijaba
en la boca de la modelo y tallaba
sus labios en masa industrial.
por el contrario ella coleccionaba suspiros y se pasaba pendiente de
las historias
que contaran para fijarse en el suspiro que inspiraba cada historia; agarraba los
suspiros en una diminuta red,
los guardaba en una cajita de cristal y los
observaba.
En cualquier momento quebraría la cajita y perseguiría suspiros así como se
persiguen mariposas.
Pero él, coleccionaba momentos y cada momento que vivía, lo encerraba en
un lienzo lo pintaba de colores y lo suspendía en la pared.
los tres continuaban coleccionando… y entre masa, pintura, lienzo e historias
quedaron fijos en el último lienzo sin poder escapar del marco que
colgaba en la
pared.
Este pequeño cuento o relato lo publiqué hace algún tiempo aquí en Pluma Roja.