sábado, 6 de septiembre de 2014

En casa del escultor.



Habló con él el día de ayer y también con aquel  los tres eran coleccionistas.

Él coleccionaba momentos, aquel coleccionaba risas;  mientras lo decía, se fijaba

en la boca de la modelo y  tallaba sus labios  en masa industrial.

por el contrario ella coleccionaba suspiros y se pasaba pendiente de las historias

que contaran para fijarse en el suspiro que  inspiraba cada historia; agarraba los

suspiros en una diminuta red,   los guardaba en una cajita de cristal y los

observaba.

En cualquier momento quebraría la cajita y perseguiría  suspiros así como se

persiguen mariposas.

Pero él, coleccionaba momentos y cada momento que  vivía, lo encerraba en

un lienzo lo pintaba de colores y lo suspendía en la pared.

los tres continuaban coleccionando… y entre masa, pintura, lienzo e historias 

quedaron fijos en el último lienzo sin poder escapar del marco que colgaba en la

pared.




Este pequeño cuento o relato lo publiqué hace algún tiempo aquí en Pluma Roja.