Monólogo XXII
No existe
mucha diferencia entre monólogo y diario.
Pero el diario se pierde por una simple razón: se vuelve cotidiano y en
la vida hay mucha repetición y es allí en dónde pierdo el control para
encontrar las palabras que embellezcan la cotidianidad. En cuanto al monólogo es intentar platicarte considerándote tu única
compañía entonces lo cotidiano a pesar
de serlo, empieza a ser interesante.
No importa que
repitas la misma caminata matinal si monologando encuentras un nuevo encanto a
lo cotidiano como que descubres que el mismo trino de la mañana anterior hoy
sonó diferente. ¿Y cómo no? si llovió
toda la noche y las aves que te acompañan en tu
recorrido ya no piden agua, ahora agradecen la lluvia como los Siux lo
hacían en un baile circular.
Observas que
la naturaleza sufrió un cambio quizá momentáneo pero satisfactorio tanto para
el hombre como para los animales. Ya
refrescó y la temperatura se ha suavizado.
El bendito sol ha tenido la gentileza de dejarnos descansar para volver
de seguro con más fuerza a destrozar la débil piel del humano.
Aunque
recuerdas que el hombre va de la mano con las cucarachas que se adaptan
divinamente a los cambios. Luego te
preguntas quien será más inteligente ¿La cucaracha o el humano? Partiendo que la inteligencia está en la capacidad
de adaptación. Empiezas a pensar que la
cucaracha es más inteligente porque tiene millones de mundos adaptándose.
Y así
continúas y descubres que lo cotidiano también puede ser divertido.