Siempre pensé que Frank Sinatra resolvería mis sueños
infantiles, estuve tentada mil veces a enviarle una carta para solicitarle una
casa propia. Estaba segura que de
lograrlo tendría la casa que soñaba. Una
igual a la de Ronaldinho el futbolista brasileño, bueno, igual o parecida
porque por aquel entonces Ronaldinho no había nacido.
Cuando vi las fotografías de la casa de Ronaldinho, me
dije: “Esta es la casa que siempre he
querido". Jo...
Recordemos que la generación de los años cuarenta o
sea la mía, fue una generación
imaginativa, aparte de ingenua y cargada de mensajes románticos. El cine traía casi sólo películas
subliminales, ¿quién no caía en ese ambiente lleno de melancolía, nostalgia y
amor?
Hice varias cartas (a mis diez, once años) que nunca llegaron
a su destino, no encontré la dirección de Frank.
Pero sigo pensando que si hubiera recibido una de mis
cartas, me hubiera citado en su oficina o mansión y a estas alturas de mi vida
estuviera viviendo en una casa a la orilla del bello Lago de Atitlán Guatemala,
o bien a la orilla del mar como Ricardo Arjona que se fabricó una enorme casa
desde dónde contempla el mar.
No me puedo quejar, pues vivo en una casa cómoda y
funcional rodeada por muchos árboles escuchando el trino de las aves por las
mañanas y por las noches cuando regresan
a dormir. Tengo dos gatos y me siento bien
acostumbrándome a ser feliz en soledad para saber elegir mi compañía y no tenerla por necesidad.
Con este pequeño texto y en compañía de Frank, les
dejo muchos besos y abrazos hasta en enero 2015 que espero poder volver para
disfrutar de vuestra grata compañía.
QUE LA PASEN BIEN. ¡HASTA ENTONCES!
Aída.